Eduardo Robinson - Economista
Hay muchas aristas debatibles en la realidad económica argentina. Y el debate se intensifica en un contexto en el que predomina la duda en las estadísticas públicas. Ante esta situación, para clarificar el diagnóstico y el probable rumbo, hay que observar hacia dónde apuntan las medidas que toma el gobierno.
Así por ejemplo, el cepo cambiario refleja que se profundiza la escasez de dólares. A la medida hay que sumarle los síntomas: caída de reservas del Banco Central por más de U$S 5.000 millones, afectadas en parte por la caída en el precio del oro, las restricciones a las importaciones y la aceleración del ritmo de devaluación del dólar oficial que llega al 20%. Ante esto, surge el interrogante sobre si la economía se encamina hacia un nuevo episodio de crisis de balanza de pagos o no. Antes conviene aclarar que la balanza de pagos muestra los movimientos de bienes y capitales de un país.
Las fuentes de fondos para un país, como las exportaciones o los ingresos por préstamos e inversiones, incrementan el saldo de la balanza de pagos, mientras que el uso de fondos, como las importaciones o la inversión en países extranjeros disminuyen la disponibilidad de divisas. Por ejemplo, si un país está importando más de lo que exporta, su balanza comercial estará en déficit, pero la falta de fondos en esta cuenta podrá ser compensada por otras vías, como los fondos obtenidos a través de la inversión extranjera, la merma de las reservas del Central o la obtención de préstamos de otros países. Pero en Argentina la entrada de divisas, por otra vía que no sean las ventas al extranjero, ha sido insignificante.
Entonces, ¿en qué consiste una situación de crisis en la balanza de pagos? En una aguda escasez de divisas que lleva inexorablemente a un significativo salto devaluatorio. Se aspiran los dólares del mercado y cómo no hay divisas, su precio en pesos tiene que subir. La magnitud de la suba dependerá de la relativa escasez de divisas. Mayor devaluación a mayor demanda de dólares. Esto explica el cepo. Trató de ser una medida preventiva que evite estrangular la disponibilidad de moneda extranjera. Pero, por más que se forzó y se continúa forzando la pesificación, no se logra hacer ceder la demanda de divisas. Así lo refleja la suba del tipo de cambio, tanto en el mercado oficial como en el paralelo.
Sin confianza en la estabilidad del poder adquisitivo del peso, no hay forma de moderar el tipo de cambio y los agentes económicos entienden que en estas circunstancias el dólar tiene un solo sentido: subir.
Dónde estamos
¿Puede haber una crisis de balanza de pagos? Ya existe. No ha llegado a evidenciarse en toda su plenitud, por las medidas restrictivas a las importaciones y las trabas para comprar divisas para distintos usos. Pero el problema ya está actuando en la economía argentina.
La profundización de los impedimentos para acceder al dólar continuará. Dependerá de la evolución de las exportaciones. Y aquí los indicios no son propicios. Los precios internacionales de los commodities, como la soja y el maíz, tienden a caer y las retenciones a las exportaciones no pueden reducirse en una situación de debilidad fiscal, como la presente. Por lo tanto, como el ingreso de dólares está atado a las exportaciones, hay que prestarle mucha atención al desempeño del comercio exterior.
¿Cuáles son los costos que tiene para la economía la fragilidad que presenta el sector externo?
• Se afecta el nivel de actividad en la medida que se restringe de manera abrupta las compras externas. Se fuerza la sustitución de importaciones, lo que al no hacerse en el marco de una estrategia de largo plazo, las importaciones no resultan sustituidas.
• Alienta comportamientos especulativos respecto del tipo de cambio. Los agentes tienden a atesorar las divisas, en la medida que observan inestabilidad cambiaria nadie quiere desprenderse de dólares si entienden que su precio en pesos subirá. Esta situación presiona al mercado oficial, acelera la devaluación y arrastra al nivel de precios.
• Eleva la incertidumbre. El Gobierno decidió atacar el problema a través de la represión a la compra de divisas, tanto para importar como para atesorar. Esto llevó a un estancamiento de las importaciones de bienes de capital, se resintió la inversión y el nivel de actividad económica durante 2012. Y hoy no está clara la recuperación.
• Alimenta el mercado paralelo de divisas y el sistema bancario perdió el 40% de sus depósitos privados en dólares.
En lo inmediato podrá seguirse disimulando la delicada situación del sector externo. El devenir de la política económica de los próximos meses aclarará si se agudiza o no el desequilibrio. Hoy la situación está al límite. Dependerá de las condiciones internacionales y de cómo se decida solucionar el problema. Mientras, a full con la aspiradora de divisas.